El pasado 16 de octubre tuvo lugar la presentación
del libro
Los niños de EGB en la La Casa del Libro en Barcelona. Los
autores estuvieron acompañados de un moderador y el editor de la
editorial Lunwerg. Como
extra a la reseña a
continuación algunas de las ideas y reflexiones que tuvieron lugar
en la presentación.
Moderador: Como esta etapa ochentera
quedaba alejada de la niñez y la adolescencia de
Xavier Gassió
y por lo tanto no la vivió con tanta intensidad, ha contado con la
colaboración de su hija
Anna que sí era adolescente en esa
época. Un libro que es una experiencia inolvidable, un viaje al
pasado, lleno de recuerdos que nos hacen sentir escalofríos, por el
paso del tiempo, pero a la vez nos provoca una sensación placentera
de bienestar. Despierta recuerdos dormidos. Hay que saber estar en el
tiempo presente y en lo que está por venir, pero es placentero
volver la vista atrás y recordar todo aquello que nos acompañó.
Una época de la que tendemos a recordar tan solo la parte en la que
éramos felices, y esa parte, esta ligada a todo lo que expone
Los
niños de EGB.
El libro contiene muchas fotos inéditas de
objetos que se daban por perdidos. Es un ejercicio de memoria y
recuerdos a partir de fotografías, documentos y texto que lo hacen
muy interesante. Un libro que estará siempre vigente porque cuenta
una parte de nuestra historia cotidiana. Podemos decir que este es
uno de los libros más completos del mercado pues nos presenta los
ochenta en sus muchas facetas. No solo recordaremos lo mencionado
sino que también exploraremos algo tan curioso y poético como
aquellos mensajes de puerta trasera de lavabo o libreta de apuntes.
Un mundo diferente y espectacular. Frases hechas, dedicatorias y
versos añejos similares en todos los lugares de España. Leerlos es
sonreír. Hay también una página dedicada, como no, a Lepe.
Las marcas comerciales también
tienen cabida en Los niños de EGB, pues esta fue la primera
generación que dio importancia a llevar determinadas marcas y
modelos de ropa. Estábamos alienados sin darnos cuenta hasta tal
punto que apareció una colección de cromos ¡de marcas! En los
sesenta y setenta solo importaba que un zapato fuese bueno y cómodo.
Un libro a todo color con más de
220 páginas que se centra en el aspecto visual, es suculento y está
bien presentado, sin atiborrar.
Fotografías del libro
Xavier y Anna se han
convertido en historiadores de la vida cotidiana. La historia
habitualmente te explica actos políticos, batallas, crisis
económicas, revoluciones. Ellos nos explican las cosas elementales
con las que nos entretuvimos, de qué manera se ha amado, qué hemos
comido... La vida cotidiana que hemos compartido pertenece a la
historia en mayúsculas, pero forma parte con mucha intensidad de
nuestra propia vida. En el libro os encontrareis reflejados con lo
que consumíais en muchos ámbitos. Es sorprendente cómo han
conseguido todo este material grafico casi imposible de encontrar. Y
esto se traduce en el síndrome de Diógenes que “sufre” Xavier,
guardando lo que creer que algún día le podrá ser útil. Este
libro también contiene un dialogo entre generaciones: el del padre y
su hija. La confianza llegó a tal punto que Xavier llegó a
leer página a página la antigua agenda de clase de su hija. Pudo
repasar sus citas, las literarias y las otras, descubriendo sus
ídolos, sus secretos juveniles que han salido a la luz para este
libro. Incluso la última página del libro nos muestra la confesión
de Anna acerca de este striptease emocional.
-¿Cómo ha funcionado este
intercambio de información y cómo trabajasteis juntos?
Xavier: Después de la
infancia de los niños de los 40, 50 y 60 pensé continuar con los
ochenta, con los niños de EGB. Tenía el material abriendo
las puertas de mis armarios o a través de amigos, pero pensé que
tenía que trabajar junto a un especialista en este periodo, y se lo
plantee a mi hija. La condición era que tendría que explicarme
muchas cosas porque si no sonaría a falso y a partir de aquí salió
lo del diario, sus fotografías, etc... No es que descubriese nada
que no supiera porque cuando en el diario leía: mis papás se van
de fin de semana ¡Fiesta! y una lista de amigos de instituto
para invitar, ese fin de semana nosotros ya sabíamos que había
habido una fiesta en nuestra casa, aunque Anna tenía mucho
cuidado de que todo estuviese limpio y ordenado cuando llegáramos,
nosotros hacíamos como que no nos enterábamos (¡las cosas
delicadas ya las habíamos guardado previamente!). Aunque claro hay
cosas que no saldrían en esa agenda… (risas)
La televisión
Moderador: Hay una parte muy
interesante dedicada a la televisión. TV3 nació en 1983 y las
privadas a principios de los noventa y el relato del libro ocupa
buena parte del tiempo donde no existía tanta oferta televisiva como
ahora. Por lo tanto había un alto porcentaje de espectadores que
veían lo mismo y con intensidad. Por ejemplo el programa Un Dos
Tres de Chico Ibáñez Serrador.
Xavier: Fue un programa
mítico que marcó mi generación y la de mi hija. Chicho ha
sido uno de los grandes creadores de espectáculo televisivo, un
personaje brillante y muy especial. He tenido el privilegio de
conocerlo y de trabajar con él proponiéndole personajes y guiones.
Los escenarios, la parafernalia, la Ruperta, los sufridores en
casa, estos programas que duraban unas dos horas han marcado a muchos
millones de personas. Pero es verdad que como solo había dos
canales, la sensación que tenemos ahora es que había más calidad
televisiva, pero entre otras cosas, era porque todo estaba muy
concentrado y seleccionado en unas pocas horas. No olvidemos que la
televisión en esa época empezaba al mediodía.
Anna: También había
programas como La Bola de Cristal que llegaban a varias
generaciones con edades muy diferentes. La televisión era muy
compartida, la veían a la vez abuelos, padres e hijos: Los mismos
contenidos, los mismos programas.
Del VHS a la nube...
El libro enseña aquellas películas que
alquilábamos en VHS en los casi desaparecidos videoclubs y es que
uno de los cambios más brutales ha sido la evolución de lo
analógico a lo digital.
Xavier: En este aspecto la
nuestra fue una generación que tuvo el privilegio de compartir con
los hijos una complicidad que no la había tenido la generación
anterior, ni las posteriores. Todos los de mi edad salíamos de una
etapa oscura, de un mundo cerrado, y muchos elementos de tipo
cultural no llegaban y este fue un momento de eclosión en el que
estas libertades aparecieron y comenzamos a crecer. Fue el mismo
momento en el que la siguiente generación comenzaba a crecer y a
entrar en el mundo. Todos entramos en este mundo de libertad y de
visión diferente al pasado. La transición del mundo analógico al
digital fue un cambio de estructura social muy importante y no
hablemos de la informática que empezó a entrar en las casas en esta
época. Los juegos de ordenador nos fascinaban a los adultos porque
ningún juguete eléctrico podía superarlos. Competíamos y
jugábamos, aunque mal, con nuestros hijos. Pero ellos ya nacieron
con esto aprendido, lo asumieron como propio muy rápidamente, para
nosotros era un lastre porque éramos adultos y nos costaba aprender
todo esto. Teníamos que pedir consejo a nuestros hijos para aprender
cómo funcionaban ¿Cómo te pasas esta puñetera pantalla?
La vida en anuncios
Moderador: La tele en el punto más
álgido tenía unos seis canales, lo que quiere decir que la
intensidad de los anuncios que se emitían era espectacular y todo el
mundo los recordaba y los cantaba. Y hasta se jugaba a intentar
adivinar a qué anuncio pertenecía una sintonía. Ahora con los
cientos de canales de televisión la publicidad está muy atomizada e
incluso se puede evitar viendo programas y series sin publicidad. Los
anuncios ya no tienen la carga emocional que poseían en aquellos
años.
-¿Qué criterios habéis seguido
para escoger los anuncios?
Anna: Somos una generación
muy marcada por sintonías de televisión y por la publicidad. Los
anuncios estaban más en antena y no había tanta variedad. Lo mismo
con las series de televisión, cuando veías un capitulo al día
siguiente todo el mundo había visto el mismo capitulo, se comentaba
en clase, imitábamos a los personajes, tenías que esperar una
semana para ver el capítulo siguiente. Ahora si preguntas a los
jóvenes que serie vio ayer, seguramente cada uno te dirá una
distinta.
Xavier: La publicidad
sintetiza muy bien los intereses de una sociedad en un momento
determinado. Cuál es la estética, cuáles son los valores y, sobre
todo, cuáles son los objetos y deseos de una sociedad. Los refleja
rápidamente y con mucha eficacia. Este país ha tenido publicitarios
extraordinarios que han obtenido premios internacionales con sus
creativos anuncios. El ingenio publicitario forma parte de que la
sintonía y el eslogan nos queden grabados. Eran elementos que
consumíamos y nos fascinaban. Algunos anuncios podrían ser
innecesarios pero la mayoría se correspondían a cosas que
deseábamos o necesitábamos en esos momentos, y siempre se creaban,
producían y presentaban de la mejor manera con la publicidad. Creo
que la publicidad es fundamental para entender una época.
Juguetes y juegos de mesa
Moderador: Los ochenta fue un tiempo fértil para los juguetes y los juegos de mesa. Podías montarte tus películas con tus clicks de Famobil, Masters del Universo, Star Wars, Barbies y demás, pero también abundaban nuevos juegos de mesa para compartir, conviviendo con los más antiguos como los Juegos Reunidos Geyper. El mundo de los videojuegos no ha destruido, afortunadamente, a los juegos de mesa y ahora existen muchas propuestas muy divertidas y elaboradas. Cuando empezaron las primeras maquinitas individuales, también eran en parte algo compartido, pues tenías que esperar el turno para que el amigo que la tenía te dejase jugar una partida. Ahora los teléfonos y las tabletas conllevan un alto grado de adicción en solitario mientras que los juegos de mesa fomentaban el compartir entre amigos. Esto es algo del pasado que es más interesante que este presente.
Anna: Ha cambiado la percepción del tiempo. De pequeña podías estar en casa jugando sola, pero tenías momentos de aburrimiento. Ahora coges la tableta, el iphone, y ya está.
Xavier: ¿Quién sabe que fue antes el lápiz, la pluma, el bolígrafo? El caso es que todos han coexistido, todos son vigentes. Cada uno ha encontrado su lugar. Y con los libros digitales o en papel pasará lo mismo, todos encontraran su espacio. El tema físico, objeto del libro, es un claro ejemplo de esto y con los juegos pasa igual. Ahora podrás jugar al monopoly con varios jugadores a través de una tablet pero no podrás ver la cara de rabia de los jugadores ante una jugada tuya, y claro, no es lo mismo
La ilusion ochentera
Moderador: Era una época de
proyectos, de ilusiones, hablábamos de futuro creíamos en el
futuro, había trabajo, no sé si es una idea falsa, pero era mas
sencillo trabajar. Era una generación con ganas de cambio y ganas de
hacer cosas, y todo esto se refleja en el libro. Ahora la sensación
es que nadie habla de futuro, estamos asqueados, hay crisis de
valores, no creemos en la política, ni en los políticos, ni en el
mundo de la economía. Tenemos la sensación de que estamos hechos un
lío y posiblemente todo esto se tendría que recuperar.
Diversas fotografías del libro
-¿Que relato hacéis en este
libro de esta generación del cambio de la ilusión?
Xavier: Es cierto que mi
generación participó en una ilusión colectiva que fue el cambio,
la transición que cambio este país Y la generación de EGB, la
vivió muy de lleno, creció y se educo en esta transición, y por
tanto todo era o parecía posible en esos momentos. Luego hemos visto
que por otras circunstancias, algunas propias del país y otras
ajenas, de cambios y de historias cíclicas, los vaivenes siempre
suceden en la historia. Ahora nos hemos encontrado que todo esto ha
quedado más truncado. Precisamente uno de los motivos, entre otros,
por el que se han descrito, descubierto y puesto cosas en este libro
es para decir: vale, la nostalgia no es el valor en el que te has de
refugiar. No es un refugio, es un impulso, un sentimiento que sirve
para recordar aquellos hechos o cosas que te hicieron vibrar en
aquellos momentos y recobrar aquel impulso vital, aquellas ganas,
aquel optimismo que tuviste en una determinada época, no solo por
las circunstancias, entre otras cosas, porque en aquellos momentos lo
vivías todo con mayor intensidad. Por esto está bien recordarlo y
revivirlo, porque te vuelve a revitalizar. Y te permite volver a
decir “todo es posible”.
Autores: Xavier Gassió y Anna
Gassió
Formato: Tapa blanda
Paginas: 226
Medidas: 26,5 x 22,7 cm
Editor: Lunwerg Editores
Precio: 20 euros