A veces se ha acusado a Ibáñez de copiar ideas, viñetas y secuencias de revistas francobelgas en los años sesenta y setenta, y no deja de ser esto cierto, pero es tan grande su nivel de producción e inventiva de cosecha propia, que ante toda duda, el dibujante es uno de los grandes del cómic de humor de la historia para siempre. No sigo todos sus trabajos, pero a veces comprando algunas revistas de la editorial Bruguera, no dejo de sorprenderme con sus ocurrencias. Si ya era difícil inventar semanalmente un chiste para cada piso del bloque más famoso del cómic español, en estas va y tiene la brillante idea de darle la vuelta. ¡Genial!
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