¿Quién dijo que no se puede presentar un cómic en una libreta cuadriculada? ¿Quién dijo que no puede quedar bonito?
Adrián Tomine ha elegido este formato para presentar una especie de memoria de su vida como dibujante plasmada en una libreta. Historias trágicas, divertidas, lamentables, humillantes que le han ido ocurriendo en salones de cómic, en su vida privada, en restaurantes... ¡Es la dura vida de un dibujante de cómics!
En definitiva, las alegrías y miserias relacionadas con la profesión de un dibujante de cómics. Una obra íntima que se lee con agrado gracias al arte de Tomine que hace autocrítica y reflexiona sobre muchos aspectos de su vida. Se nota que es honesto con lo que está escribiendo, aunque pueda mezclar realidad y ficción, ya que Tomine se muestra en todas sus miserias y éxitos. Duda de que sus obras sean buenas, se ve envuelto en situaciones rocambolescas o que le causan pavor. Le vemos en situaciones cotidianas como en un supermercado con su familia… Además aparecen otros dibujantes conocidos del medio como Frank Miller. Pequeñas historias intrascendentes pero muy humanas y que son joyitas. Todas dibujadas en páginas de seis viñetas del mismo tamaño como si de tiras de prensa se tratase y presentadas de esa forma tan original en una libreta tipo moleskine cuadriculada. Un cómic que divierte pues las historias están contadas desde la vertiente del humor.
Adrian Tomine empezó a publicar con 16 años autopublicándo la serie Optic Nerve. Sus historias cortas han sido recopiladas por la editorial La Cúpula en los tomos Rubia de Verano y Sonámbulo. Sin embargo La Soledad del dibujante ha sido publicada por Sapristi Editorial al igual que el cómic Intrusos, este ultimo nominado como uno de los 100 mejores cómics de la década. Desde 1999 sin embargo explora más la faceta de ilustrador con portadas e interiores para el semanario The New Yorker.
Formato tapa dura / Tamaño libreta / 168 páginas
Editorial Sapristi
21,90€
No hay comentarios:
Publicar un comentario